LA VANGUARDIA 03.10.2002
   

BALTASAR PORCEL
   
   

El Berlín que fue occidental continúa su vasta existencia urbana, pletórica, y el que fue oriental sólo le va a la zaga: están sus amplios bloques de tristes apartamentos, sus parques como diezmados, aunque la construcción gubernamental levanta calles y monta instalaciones, un frenesí a la postre político intentando igualar ambas poblaciones. Y donde estaba el Muro, antiguos terrenos yermos cruzados por alambradas y ráfagas de metralleta, se levantan ahora rascacielos y centros lúdicos, jardines, flamantes irrupciones, gigantes de cristal, supongamos en Potsdamer Platz, donde sólo falta que planee Superman. Pero estos berlineses el 1 de Mayo embisten con barricadas...

Cuando la reunificación, Kohl pensaba que la diferencia en nivel económico, social, entre las dos Alemanias era de 1 a 3, pero cuando miraron los libros resultó ser de 1 a 7. Evidente: las cifras consignadas por los leninistas siempre fueron falsas. Al país le sigue costando haber absorbido 18 millones de "democráticos", le cuesta dinero: además de la inversión pública, cada alemán abona la Solidaritätszu-schlag, un recargo del 10% sobre sus impuestos. Con los empresarios que apenas invierten aquí. "Si fuera hoy, rechazaríamos la reunifica- ción", me dice un director de cine. A lo que hay que añadir la crisis económica del país, sobre la que han pesado dos hechos como sendos mazazos: el atentado de las Torres Gemelas y la guerra prometida por Bush, junto con el aparatoso hundimiento de la bolsa. Schröder ganó las recientes elecciones, que parecía tener perdidas, levantando la bandera antiamericana. La gente tiene miedo real a la guerra: este país fuerte y emisor de energía alberga un sustrato muy herido, voces en la tiniebla. ¡Hasta dejan de

ir a Mallorca, donde han comprado el sol!

Dos ejemplos más de la crisis, culturales ambos: Berlín ha cerrado su famosa y espléndida librería Kiepert, ha sido una conmoción. Pero es que la industria editorial ha caído un 20%. Y el magnate televisivo Leo Kirch, que parecía el dueño del sector, ha quebrado con un déficit de ¡6.000 millones de euros! Pero también vemos signos a la inversa, el del idioma por emblemático, instrumento de identidad nacional: lo blindan y expanden. En Bruselas los alemanes hablaban francés o inglés, pero tras la reunificación se presentaron usando únicamente el alemán. Y aquí nada de cine ni televisión en versión original, como quisiera el cinéfilo español y quienes creen que debe enseñarse inglés a toda pastilla, sino que doblan al germano Hollywood entero.



   

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Disseny| Marcela Polgar